Michea Navidad

 

El campeonismo iquiqueño se nutrió de hombres y mujeres que portaban una ética especial. El amateurismo fue una de las claves, entre tantas otras,  que explica el porqué éramos imbatibles. Pertenecer a un club, o a varios, según sea el caso, era una marca de identidad. La extensa geografía deportiva de Iquique, a pesar de estar encajonada entre cerro y mar, se las arregló para sostener a centenares de instituciones deportivas.

Uno de esos hombres, claves para entender lo que sostengo más arriba, fue José Guillermo Michea Calderón, conocido como el viejo Michea. Futbolista, arquero para ser más preciso, de “Segurito”, “Iquitados” y “Contadores”, arbitro y sobre todo basquetbolista del único club  que amó por sobre todo las cosas: La Cruz. En los años 70, en la Plaza Arica, su figura calma,  siempre nos llamó la atención. Jamás perdió la paciencia, jamás habló mal de nadie, y  siempre tuvo una sonrisa para los demás. Aprendió a leer y a escribir en la escuela Centenario.   Pagaba las cuotas con una puntualidad que echáremos de menos. Pagar mensualmente las cuotas era lo que mantenía a las instituciones.

Fue ferroviario y para ser más exacto herrero. De ese oficio me hablaba cada vez que podía. Supe de los fierros que forjó en esas fraguas de la vieja maestranza de El Colorado. Me hablaba de mi difunto padre con un cariño especial.  Fue además, y éste no es un dato menor, allendista. Perteneció a varias instituciones como corresponde a un hombre que desarrolló un fuerte compromiso por lo público. Para él había una separación entre el deporte y la política, pero no implicaba que fueran dos mundos diferentes. Amar el deporte y aspirar por una sociedad mejor, no eran incompatibles.

Jugó por Iquitados y por La Cruz. Pero lo que no significaba falta de lealtad. Por los ferroviarios lo hizo en el fútbol y por los de la Plaza Arica, en básquetbol. Le tocó una época en que ser arquero no era nada fácil. Reemplazó varias veces a Caimanque, y lo hizo con solvencia y seguridad. La suerte, era su compañera. A los 60 años seguía jugando, esta vez por Contadores. En una definición a penales, atajó cuatro tiros desde los doce pasos.

Cada 9 de septiembre nos acompañaba en el aniversario de la Cruz. Para los 89 años, tendremos su silla lista por si le ocurre regresar.

Publicado en La Estrella de Iquique, el 16 de octubre de 2011, página A-9