Ramón

 

 

No era difícil llegar a querer a Ramón Pérez Opazo. Era cosa de conocerlo un poco y ya. Jorge González D, nuestro campeón de atletismo, me decía en el día de su entierro, que Ramón hacía favores a quien fuera. No le importaba la camiseta. Esta expresión futbolera, quería decir en términos figurados que sean del Morro, de Jorge V, de La Cruz o de la Academia, igual podían contar con él.  Esta afirmación de Gonzalito, me hizo recordar a esos viejos parlamentarios que actuaban del mismo modo. Pienso, por ejemplo, en Bernardino Guerra o en Luis Valente Rossi.
En palabras de hoy se puede afirmar que Ramón era un hombre transversal. Cruzó todas las férreas barreras que aparentemente hay entre las cosas. Del deporte pasó  a la política, de lo gremial transitaba a la amplia vida social. Y jamás se olvidó que el fútbol era de una de sus pasiones. Sus actuaciones en defensa de Iquique lo avalaron para que en una campaña parlamentaria usara el eslogan de “Iquiqueño siempre”.
A mi me impresionaba su sentido del humor. Y de un humor que muchas veces consistía en reirse de si mismo. Y esa era de sus mayores virtudes.  Sus chistes eran rápidos y memorables. Apuesto a que habría inventado algo para explicar su muerte con la sorprendente  coincidencia del terremoto.

Ramón era un genuino representante de ese Iquique popular formado en la crisis. Cuando todos los diputados pasaban sus vacaciones en el Caribe, él lo hacía en Río Seco. Y cuando podía bajaba por Tarapacá rumbo al centro en busca de sus amigos. Estos jamás le dijeron diputado. Les bastaba con decirle Ramón. O sus más cercanos “Peineta”. Sobrenombre certero que lo acompañó en las tardes de fútbol en la cancha del Tele o en el viejo Estadio.

Hay un fragmento de la historia de Iquique que pasa, en buena parte por la figura de Ramón. Tiene que ver con el deporte y sobre todo con el fútbol amateur y luego con la formación de Deportes Iquique. Tiene que ver con los pequeños industriales y artesanos. Tiene que ver con La Humanitaria. Un hombre público que buscó, en estos últimos años, en la cámara de diputados, el lugar para defender la ciudad, su ciudad.

Particularmente tengo una deuda con Ramón. Para el estreno de la obra “Del Chumbeque a la Zofri”, nos colaboró trayendo a la esposa e hija de Estanislao Loayza. Pero, más que eso, fue un asiduo espectador de esta pieza teatral. Con Ramón conversé varias veces en cualquier calle de Iquique. El tenía la cualidad de pasear por sus calles, no como diputado, sino como ciudadano que sufre y goza con las cosas nuestras. Me gustaría, al igual que a don Osvaldo Vivar que una calle nuestra, calle importante, por cierto, llevará su nombre. Y si no es así, no importa,  ya surgirá un club deportivo con su nombre y apellidos.