Desde fuera no se ven, pero todas o casi todas las casas tenían patios. Grandes, chicos o medianos, te invitaban a colonizar ese espacio que parecía silvestre. Muchos de ellos tenían gallineros. Tambores que almacenaban en sus orígenes aceite y luego  el agua, que no es nuestra. Cuando el alcantarillado no llegaba a los hogares, al fondo, una caseta con un excusado de madera. Por lo general, pozos sépticos con un olor inconfundible. Papel de diario recortados y colgado en un alambre, operaba como papel higiénico.  En algunos hogares, se criaban chanchos y conejos. Otros tenían palomas. La economía doméstica era circular y creativa. Todo se aprovechaba. Se enterraban a las mascotas y sobre ellos florecía un jardín.

El patio era un espacio lúdico en la que jugando se aprendía. Habían casas con inmensos patios. Se podía incluso jugar a la pelota. Sin embargo, la calle ancha y nunca ajena, ocupaba, a veces,  su lugar. Mejor aun si había una cancha o una plaza cerca. Teníamos muchos patios. Pasábamos de uno a otro, según la hora y la estación del año.

Iquique era un gran barrio que estaba formado por varios barrios. Todos ellos vinculados por el deporte, la escuela, el carnaval, la religiosidad popular, los cines, los malones, los funerales, los incendios, la arrancada de toros desde el matadero.

La ciudad se recorría en bicicleta y luego en motoneta. Los coches Victoria majestuosos subían Tarapacá y el cochero, mirando el cielo y de vez en cuando azotando su látigo hacía atrás. Muchos se colgaban de esos carros tirados por caballos.

Los patios eran una especie de subconsciente de cada hogar. En las noches sin lunas, territorio lúgubre, sobre todo si en la película de la matiné actuaba Boris Karloff.

Hoy la casas no tienen patio. Como callampas crecen las torres de departamentos.  Lo más que se le parece son las salas de evento. Pero carecen de historia y no huelen a tierra mojada. No se puede jugar a la rayuela. Tal vez al emboque y no creo que a la payaya.  Al parecer, los arquitectos de hoy nunca tuvieron patio.

Publicado en La Estrella de Iquique, el 23 de junio de 2019, página 13