Marcelo Quirión, alma y vida del golf se aleja de Iquique, ciudad que quiso.

Alma y vida del golf.

El religioso canadiense Marcelo Quirión se aleja de Iquique, después de varios años de permanecer en Victoria y en nuestra ciudad para radicarse en Antofagasta. No sólo el Padre impulsó el golf sino también con algunos años menos incursionó en el béisbol y fue seleccionado en equipos que brillaron con intensidad en el concierto local, zonal y nacional. De gran empuje en muchas tardes en el diamante del Estadio Municipal y en la Península de Cavancha mostró su extraordinaria calidad y lo que es más su caballerosidad nunca desmentida por deportista alguno entre nosotros y en cuanta ciudad visitó defendiendo los colores iquiqueños.

Su recuerdo por las canchas deportivas perdurará siempre pues constituyó un ejemplo digno de mención. Cargado de compromiso por su labor de católico y conductor de hombres y mujeres, siempre se dio un tiempo para colaborar y entreverarse entre los iquiqueños y aportar sus valiosos conocimientos.

Obra titánica.

En el golf fue donde entregó sus mayores afanas a inquietudes. Solo muchas veces. con ese espíritu indomable que tiene su ser, bajo el sol quemante de Playa Blanca fue construyendo uno a uno los 18 hoyos que hoy luce orgulloso el club iquiqueño. Y en esa acción de tipo titánica nada lo amedrentó ni lo amilanó. Muy por el contrario, inicio su trabajo y lo terminó. Su labor se trasladara a un valor serían muchos miles de escudos lo que habría costado. Pero, el Padre Marcelo jamás tomó en cuenta eso, le interesó trabajar y en su espíritu eso sólo bastaba.

Esa obra grande de los 18 hoyos unido a la mano que marcó en el cerro como otra demostración de esfuerzo y de recuerdo a su querido club le valieron justificadamente al Padre Marcelo el aprecio y la simpatía de los socios, damas y varones, que en todo momento se hace presente y que ha sido invariable desde los primeros momentos que llegó a la institución, en donde ocupó varios cargos.

Es cariño quedará demostrado hoy en el homenaje que el Club Playa Blanca le rinde como dirigente y como jugador pues en varias oportunidades estuvo en el primer plano junto a los más calificados. En cada participación puso el empeño que todos reconocemos. Cuando triunfó fue modesto y cuando perdió supo llegar hasta el ganador y lo felicitó con esa sinceridad que siempre lo caracterizó no siempre en el golf, sino que también en el béisbol. Participó también en las actividades de la bocha en que se mostró como un jugador de condiciones.

La vida en un pelo.

El padre Marcelo un día final.

Sufrió un accidente en la carrera costera hacia el club Playa Blanca y su vida corrió peligro. Muchas oraciones por su restablecimiento y volvió al ajetreo deportivo recuperado y con mayores bríos. En su lecho de enfermo en el Hospital Regional fue muy visitado y con ello se le volvió a demostrar el cariño.

El accidente que pudo ser fatal se produjo en un día más de trabajo en las canchas del club. Siempre disponible y dispuesto a dotar a la institución de todo lo que necesita para que el golf se levante cada día más fue siempre su lema.

Será recordado.

Indudable que el Padre será recordado. Su paso por la institución dejó huellas tan profundas y difícil será olvidar su labor y su esfuerzo. Se hizo todo con tanto cariño que adquiere su obra un valor incalculable. En el caminar de sus jugadores por las canchas, al golpear la caprichosa pelotita, en la hora del refrigerio, del brindis, en la mirada hacia el mar, su figura estará presente en la retina y en el corazón de los jugadores de Playa Brava. Ahora sólo cabe esperar que en su nueva residencia la felicidad en su acción religioso y deportiva lo acompañe siempre y con éxito total.

Hecohe
La Estrella de Iquique, 6 de septiembre de 1970, página 9