Advis

 

Nadie más iquiqueño que Luis Advis. Y aunque no viva  aquí, hunde sus raíces en ella como cualquier  tamarugo.  Los Advis han acompañado a Iquique desde antes del  1900 y han sabido leer el inconsciente que esta ciudad esconde detrás su espíritu festivo.  En los años 30 del siglo pasado, Luis Advis -el Alcalde-,  imaginaba el modo de sacar al puerto de la crisis salitrera.

Luis Advis Vitaglich,  músico de formación clásica pero con sensibilidad popular, cansado de que la historia oficial no acogiera en sus páginas los trágicos hechos del 21 de diciembre de 1907, compuso La Cantata de la Escuela Santa María en el año 1969. Hasta la fecha, se sigue escuchando, como en los sesenta.  Durante la dictadura, los cassettes corrían de mano en mano. Hoy en versión digitalizada, la obra de este iquiqueño sigue emocionando. La Cantata, hizo más universal a los hombres y mujeres que vivimos en los pies, de lo que queda del cerro Dragón. Dentro de los requisitos de la iquiquiñez que cierto libro pontifica, saberse de memoria esta obra, es fundamental.

Luis Advis tuvo en su niñez una formación en música clásica. En su casa en un piano de los muchos que en este entonces habían en la ciudad, interpretaba “Claro de luna” entre otros. Nacido en 1935, en el seno de una familia aristocrática, la música popular nunca lo sedujo, hasta que en la capital, al estudiar  con el maestro Gustavo Becerra y tener como compañero a Sergio Ortega, pudo captar la potencia y la sensibilidad de las canciones de  Violeta Parra y de Margot Loyola, entre otros y otras.

Es autor además del “Canto para una semilla” y de la “Sinfonía los tres tiempos de América”, entre muchas otras canciones más. En enero del 2004, recibió el Premio de la Música Chilena Presidente de  la República. Entre las razones que se tuvo para premiar a este hijo de Iquique, se dice: “El jurado reconoció a Luis Advis por su continua dedicación a la música nacional y por su fusión de elementos clásicos y folclóricos, además de sus variados aportes académicos, incluso, con tales méritos costó definir en qué categoría premiar al creador”. Y es cierto, es difícil encasillar la obra de este autor. El, no se siente ni clásico ni docto.

Los iquiqueños tenemos una deuda con Luis Advis. Deuda de gratitud, deuda de identidad, deuda de orgullo.   No se trata de entregarle un diploma, porque de seguro tiene muchos, ni cosa que se le parezca, que también debe tener mucho, sino que invitarlo al Puerto Mayor y Mall, y en la Sala Mayor del Teatro Municipal, entregarle esos aplausos, sin discursos por favor, que nunca le hemos ofrendado.  Si Lautaro Núñez fue Premio Nacional de Historia, si Mabel Condemarín fue Premio Nacional de Educación, ambos iquiqueños, por cierto, deberíamos promover a Luis Advis como Premio Nacional de Arte.

La Cantata de la Escuela Santa María, por cierto es nuestro himno nacional. La cantamos cada vez que nos acordamos de ese familiar nuestro que fue acribillado esa tarde de diciembre. Y que la haya escrito un iquiqueño nos demuestra que nadie mejor que nosotros, puede hablar de nuestra historia. Rasgos proféticos tiene esta obra.  Al final, y a modo de advertencia nos  dice: “Ustedes que ya escucharon la historia que se contó…”.

Publicado en La Estrella de Iquique, el 25 de enero de 2004.