Guillermo Villalobos

Algo debe tener el mar que tira y tira. A Villalobos le pasó lo mismo que a Choque: el mar o la mar los transformó en campeones.

Nació el 26 de septiembre de 1930.

Las dos mejores promesas del momento actual, Bernardo Solari y Guillermo Villalobos, han sido de allí. Solari es iquiqueño, Villalobos nació en Calama y aprendió a nadar en Iquique. Compitió por primera vez en en Santiago en el campeonato escolar de 1946, y desde entonces, sometido al control de un entrenador eficiente, ha ido progresando sin descanso. Cada año ha traído un nuevo ascenso en su carrera. Tercero en 1946, en el campeonato escolar; tercero en menores de 17 en el torneo nacional del mismo año, con 1´16″. Uno doce en 1947, uno nueve en 1948 y uno tres ocho décimos en 1946. Y 2´26″ en 200 metros (Revista Estadio Nº 301 Santiago 19 de Febrero de 1949).

La Revista Estadio, escribió:

Guillermo Villalobos.

Se nota mejoría.

La natación había caído tan hondo que la recuperación tiene que ser un proceso largo y trabajoso. En records y en término medio, acuático chileno se estancó de tal manera que, por ahora, y durante tiempo, el progreso tiene que consistir, no en alcanzar en los que nos dejaron atrás, sino en reducir la diferencia que nos separa de ellos. En records y en término medio. Sobre todo en término medio, porque, como nos decía una vez María Lenk “el crack no es más que el reflejo del término medio. Como éste es bajo, el astro necesita muy poco para sobresalir y no se esfuerza por seguir adelante, después de haberlo hecho. ¿Para qué, si con eso ya es el mejor? Es el promedio el que empuja al campeón, al que lo lleva a hazañas mayores, ante el peligro de verse alcanzado”. Ahora se justifican aquellas declaraciones. Guillermo Villalobos es un crack. No hay lugar a dudas. Pero, para serlo, necesita solamente tiempos en que otros países son mediocres. Para lograr la paridad es necesario que Villalobos, con sus marcas, provoque un ascenso del nivel medio, y que éste, a su vez, empuje hacia arriba a un nuevo astro. Esa es la dura realidad para esta generación, muy meritoria en nuestro medio, pero que sólo puede ser considerada como una transición. En el plano internacional sus esfuerzos sólo se verán reflejados una generación más tarde, si no ocurre nada, en el transcurso del tiempo, que detenga este nuevo repunte.

Así este Vigésimo-quinto Campeonato Nacional que acaba de terminar (Bodas de Plata de la natación chilena) puede ser mirado de dos maneras distintas. Comparándolo con los anteriores, y entonces es bueno. Como norma para nuestra opción en el Panamericano, y entonces es tan sólo discreto. Todo es según el color del cristal con que se mira. Si se juzga este campeonato como una etapa más en el largo y difícil ascenso desde la profundidad, hay motivo de júbilo. Si se le mira en comparación con los futuros rivales de Buenos Aires, la perspectiva es sombría. Baste un ejemplo. En los mismo días en que Villalobos batía el record chileno de los 1.500 metros, con 20´28”, un brasileño, hijo de japoneses, Okeamoto, se clasificaba para el Panamericano, con 19´4”. Un minuto y 24 segundos menos.

En los tiempos en que la natación chilena pasaba por su época más negra, los dirigentes de entonces, buscando una manera de ocultar el fracaso, dieron origen a una política inflacionista de records. Inventaron los records nacionales, los records de campeonato de Santiago, los records de asociación y de club, de juveniles, infantiles, novicios. Había tantos records que la palabra perdió su seriedad.

Y los dirigentes no lograron su objetivo, porque no era necesario ser un lince para apreciar que, a pesar de aquella fiebre de marcas, la natación decaía a ojos vistas.

Aquella política equivocada ha sido abandonada en parte. Pero lo que de ella queda, tiende a crear confusión todavía en este campeonato. Según las tablas oficiales, en este torneo se batieron 10 records de Chile y trece records nacionales (o sea, de campeonato nacional). En la práctica, las marcas que realmente indican un progreso notorio son cinco: los records de Chile de los 1.500 estilo libre (Villalobos); posta 4×200, (Universitaria); posta 3×100, tres estilos para damas (Santiago), y las de 400 metros estilo libre, y posta de 3×100 para hombres que, sin records, se aproximaron a ellos lo bastante para despertar optimismo. Todo lo demás vale poco. Marcas infantiles, juveniles, que, si bien indican una esperanza futura, no pueden considerarse en modo alguno concluyentes, ya que es bien sabido, que la mayor parte de las promesas infantiles desaparece en los años de transición.

Como base cierta de un mayor progreso, pueden aceptarse solamente tres factores: la calidad individual de Villalobos; el grupo pequeño pero valioso, de nadadores jóvenes que se ha agrupado alrededor, en la Asociación Universitaria; y la emulación que debe provocar en la Santiago la presencia de Viana Ilic: el buen olímpico yugoslavo, que, sin confirmar los informes eufóricos que se dieron en un principio sobre su calidad, ha señalado a sus compañeros de asociación una tarea difícil de cumplir en las condiciones actuales: 1´2” 6/10 en los cien metros libres, y 5´20” 2/10 en los cuatrocientos.

Tomado de Revista Estadio
3 de febrero de 1951