Deportes Iquique nos tiene embelesado. Lo anterior si se piensa en lo reducido de su plantel. Un equipo «corto» dicen los que saben. Pero aún así en Copa Libertadores, la madre de todas las copas, ha hecho una campaña increíble, aunque y esto es lo paradojal, con 9 puntos, aún no abrocha la clasificación. Pero ya sabemos este deporte se afirma en la «lógica de lo impensado» según un analista argentino. El torneo nacional sigue ahí, a un paso de conquistarlo.

Por lo mismo cuando se vuelve a leer la frase clave de Julio Martínez «¡Cuidado que viene Iquique!», no se puede estar más de acuerdo con ese periodista santiaguino que fue el que más entendió la identidad deportiva de la tierra de campeones. Puedo imaginar los diálogos que mantuvo con Carlos Guerrero, don Pampa, en los café y en la sala de redacción de la revista Estadio.

Deporte Iquique, en pleno siglo XXI ha sabido recoger los mejores elementos de ese Iquique del siglo XX que se levantó como el rey de copas en el fútbol amateur y que el año 80 logró su consagración en la «Polla Gol». Fidel Dávila y Misael Dávila, son los estandartes de esos dos cuadros. Fidel en los 80 y Misael en la actualidad. Nombró a ambos por la importancia que tiene apellidarse Dávila en Iquique, y que decir de Villalobos. Y tantos otros.

Pero al César lo que es del César y al Pillo lo que es del Pillo. A buen entendedor… A pesar de la invisibilización de la que somos objeto por parte de la prensa capitalina, la forma de jugar a la pelota, ha terminado por seducir a los apóstoles metropolitanos, aunque siempre a la espera de que nos caigamos. El centralismo, ya sabemos, es un monstruo grande y pisa fuerte.

Hasta aquí estamos contento con lo realizado, pero en Iquique se nos enseña a ir por más. Nos empuja el ejemplo de nuestras épicas, la de Prat, la del Tani, la de Godoy, la del joven atleta Alvaro Cortez y de todos y todas que encuentran en nuestra historia, un impulso para vencer, como se canta, al olvido.

Publicado en La Estrella de Iquique el 7 de mayo de 2017, página 15