Pabellon Pica

 

 

Pabellón de Pica al igual que Pisagua tiene una belleza que duele. En esta covadera ubicada a 82 kms, al sur de Iquique, y casi en línea recta al oasis del mismo nombre, de ahí la denominación, guarda una historia que no hay que olvidar. Una historia fragmentada, tal como lo demuestran sus cerros horadados por la mano del hombre, en busca de fertilizantes para sostener, primero la agricultura peruana y luego la de Europa.

Las covaderas, y en especial Pabellón de Pica, encierran las voces de cientos de chinos que trabajaron en condiciones infra-humanas. Venidos de Cantón muchos de ellos huyendo de la rebelión de Taiping, creyeron encontrar en las costas peruanas de ese entonces, la paz que su tierra de origen le negaba.

Hay un silencio en Pabellón de Pica que se convierte en murmuro una vez que nos internamos por esos senderos donde los chinos trabajaron de sol a sol. Un paisaje impresionante que esconde tras su belleza el sufrimiento de los orientales. Poco sabemos de ellos. No hay nombres, no hay rostros, no hay descendientes. Mario Zolezzi en su último libro nos da nuevas informaciones sobre este infortunio. Antes Millones, Segall entre otros nos entregaron datos sobre las condiciones casi de esclavitud en la que vivieron los hijos del imperio celeste, como la prensa de comienzos de siglo XX, los bautizó. La guerra del Salitre fue un soplo de libertad. Se unieron a las tropas chilenas en su arrollador paso por tierras del Perú. De ahí la figura de Quintín Heredia, un chino con nombre castellanizado que dirigió a los suyos con una implacable sed de venganza.

Pabellón de Pica es un lugar de memoria. Sus paredes inmensas reclaman un memorial que de cuenta de ese pasado que procuramos olvidar. Los tarapaqueños, no nos podemos entender sin la influencia china, tanto en el cotidiano (el chino de la esquina) como de la escuela Centenario. Los derechos humanos no existieron en ese lindo lugar, tal como en Pisagua. Por lo mismo, como una forma de saldar deudas con ese contingente, y saber más de nuestra historia regional, debemos enseñar esa parte de nuestro pasado a las jóvenes generaciones.

Publicado en La Estrella de Iquique, el 10 de julio de 2016, página 15