La particular conexión que tienen los pueblos con sus muertos, es algo que siempre ha llamado la atención de los estudiosos del comportamiento humano. Cada cultura tiene sus propias respuestas frente a la pregunta del porqué la muerte. Bien se sabe que la sociedad humana es la única especie que entierra a sus muertos, desarrolla complejos ritos funerarios y elabora explicaciones acerca de esta experiencia.

El Norte Grande de Chile, aporta a esta realidad a través de lo que se ha dado por llamar Cultura Chinchorro. Grupos de pescadores que hace 8 mil años antes de Cristo, ocuparon el litoral dejando huellas evidentes de su vida sobre todo en los aspectos materiales. La momificación de los cadáveres, ha sido sin duda alguna, su actividad más conocida. Cada años se encuentran más momias con la marca de estos hombres, mujeres y niños que parecían prepararlos con su mejor equipaje para continuar viviendo.

Un nuevo libro se suma a otros que se han escrito sobre esta interesante cultura. “Cultura Chinchorro. Las momias artificiales más antiguas del mundo”, de la Editorial Universitaria. Bernardo Arriaza, su autor, nos entrega un interesante texto sobre el modo y las formas que tenían los Chinchorro para momificar los cadáveres. Realiza una clasificación de ellas, en base a la complejidad del trabajo realizado, siendo las momias negras, las más sofisticadas tomando en cuenta la tecnología de la época. Le siguen la de color rojo y las vendadas. Posee además este libro abundante ilustraciones y fotografías.

Es un libro que además nos informa sobre el hábitat de este pueblo originario, su dieta alimenticia, sus enfermedades más frecuentes, tipo de utensilios usados para momificar, pescar y cazar. Los Chinchorro fue una cultura con una organización simple, pero con técnicas de momificación compleja, asegura Arriaza. Y eso es relevante, ya que nos indica la existencia de una cosmovisión que a través de estos procedimientos, asegura la continuidad de la vida.

Poco sabemos de los aspectos simbólicos de su vida cotidiana. Los Chinchorro se preocuparon de dejarnos estas momias como una legado a interpretar y como una forma de decirnos estuvimos aquí. Le debemos a la arqueología y a otros disciplinas afines que nos hagan entender estos modos de vida. Le debemos a Bernardo Arriaza, a través de este libro que nos ayude a pensarnos en ese pasado que parece remoto, pero que aun resuena en nuestras costas.

Publicado en La Estrella de Iquique, el 10 de enero de 2016, página

 

Arriaza, Bernardo

Cultura Chinchorro. Las momias artificiales más antiguas del mundo.

Editorial Universitaria. Santiago de Chile. 2016, página 19