IMG_2106

Las radios emisoras de la ciudad, tres para ser más exactos y en un riguroso sonido Am, nos se cansaba de tocar La Chica del Paraguas. Los Gatos de Argentina con Litto Nebbia como su intelectual orgánico, poblaron con esas y otras canciones, el imaginario de una juventud, que por fin, escuchaba rock en español. Fue el momento también en que supimos que una palabra como paraguas podía caber en una canción. La otra, La Balsa, hablada del desencanto de esa juventud hastiada por la guerra del Vietnam. Era el año 1968. En Chile, la llamada Patria Joven, empezaba a envejecer.

En Iquique el paraguas era solo una palabra, que habíamos visto y escuchado en esa película francesa llamada Los Paraguas de Cherburgo, un musical meloso. Pero la chica de marras, de la canción del gran Nebbia y su grupo, era una figura metafórica de una muchacha que escondía bajo esa prótesis, quien sabe que desengaño. Soñaban mis primos mayores y los amigos del barrio por encontrar en la calle Vivar a esa muchacha enigmática y bella. El coro de la canción había sido ensayado en las tardes noches de esa ciudad imaginada: «Chica del paraguas, cierra tu paraguas, mírale a los ojos, al amor».