cementerio numero 1

 

Antonio Gala el escritor español que hace algunos días visitó Santiago, dijo alguna vez que la mejor forma de conocer a los pueblos, era visitando los mercados y los cementerios. En esas dos formas de vida que los pueblos se dan para testimoniarse, podemos encontrar más información que en los libros.

La vida y la muerte, viviendo bajo las formas de las frutas y de los mármoles, de las verduras y de las cruces, del marisco y de las bóvedas. Tanto en el cementerio como en el Mercado, a su modo, transcurre la vida silenciosa y a gritos.

En el cementerio, la vida se manifiesta con un silencio especial. Sus avenidas y pasajes, sus vericuetos –como el que tiene el Cementerio N°1-, parecen trasladarnos a un tiempo en que Iquique era de otro modo.

Si usted recorre el camposanto, hallará, en sus tumbas, el carácter multicultural que alguna vez tuvo esta ciudad, y que hoy vuelve a tener. Lápidas en inglés, alemán, chino o en francés dan testimonio de una ciudad global, pero sin televisión, que logró convocar a decenas de nacionalidades en la aventura de fundar en el desierto, más desierto del mundo, una cultura tan especial como atrayente.

Los migrantes, que al atravesar el océano, jamás imaginaron que sus huesos iban a reposar en una tierra que nunca soñaron, pero que los acogió tanto en la vida como en la muerte, seduciéndolos con la promesa de una vida mejor, no sólo en la tierra, sino que también más allá de ésta.

Pero, son muertes que parecen vivir su propia muerte. Lápidas ajadas por el tiempo y por el olvido, expuestas al sol de cada día, que lentamente, va destiñendo las palabras que el deudo escribió con el dolor de la ausencia. Cuesta leer el dolor escrito en la lápida. Cuesta descifrar la fotografía del muerto, que seguramente ya no tiene nada que ver con quien yace en el cajón.

Uno termina preguntándose, por la soledad de estos muertos, huérfanos de flores y de deudos.

¿Habrá alguna nieta o bisnieta de Mister Cooper, en Inglaterra, que sabrá que su abuelo o bisabuelo, ayudó a fundar este Norte Grande? Un paseo por el Cementerio N°1 es una lección de historia, pero también es una lección para palpar la soledad de los muertos.