Cavancha es el lugar y cavanchinos es el gentilicios de los que allí vivían. Lo digo en pasado ya que muchos de los de ese lugar, fueron desplazados, voluntariamente o no, a vivir a otros sitios.  La mayoría, sin embargo, aún portan y con mucho orgullo, esa marca de identidad que los hacía ser diferentes al resto de los iquiqueños.
Y es que por mucho tiempo primó en ellos, la idea de que no eran iquiqueños, sino cavanchinos.  Las cinco esquinas constituía el lugar del paso de Iquique a ese lugar y viceversa. En el cementerio 1 hay una lápida que indica lo ya observado.  Un ciudadano británico nacido en Europa, señala a Cavancha como el lugar de su muerte. Todo en inglés, obviamente.
Cavancha ha sido objeto de interesantes propuestas poéticas y musicales. Hay dos canciones que resumen muy bien su identidad. Una de ellas, un fox trot, grabado en los años 50, se llama “Tú no has estado en Cavancha”. Su autor Lautaro Andino, sintetiza las bellezas de ese lugar haciendo ver a quienes no la han conocido, que de nada sirve haber estado en otros lugares, si no han visitado la península. Citemos un par de versos: “Has estado en Buenos Aires/ has paseado en Nueva York/ has besado a las muchachas  de Brasil y Ecuador/  pero tú no has estado en Cavancha”.

El poeta narraba con el viejo recurso de la comparación a Cavancha con otras bellezas. Y remata: “Al conjuro de luna y de mar/  no has gozado la dicha/  que alegra el corazón/  al sentir de las olas el sutil rumor”. En los años 60, el poeta Ramón Gallegos, entronca vía el ritmo del  bossa nova a Cavancha con las playas del Brasil. Los tópicos de la belleza y de la juventud ocupan un lugar central. Usa la figura del “rincón nido de amor”.  La playa tal como lo afirma el clisé, y sobre todo en los años 60, es el escenario, en el verano, de los amores que terminan, cuando esa estación le da el paso al otoño. “Cavancha, Cavancha, renacen los idilios/  en tu arena,  bajo tu sol/  de eterna primavera/,
hay cantos y sonrisas,  cielo y luz”. Ramón Gallegos, iquiqueño, que por diversas razones debe abandonar la ciudad, deja inscrita en su canción, el deseo de todo nacido en estas tierras: volver. Dice: Perla de Iquique/,  joya del mar/,  es tu recuerdo /  el que hace llorar/  porque me diste tu calor/  te entregué mi vida/  te dí mi corazón/  junto al compás/  de tu cantar/  quisiera tus arenas/  volver a besar”.
Cavancha, el barrio,  produjo sus propias instituciones, su club deportivo y su baile religioso.  El boom inmobiliario de las últimas décadas ha ido borrando esa fisonomía cubierta en pino oregón y con  olor a mar. Sus playas, como el Buque Varado y la Poza de los Caballos, siguen recibiendo al visitante, aunque éste, no conozca la historia ni los nombres de las olas que allí revientan. La cancha del Sipt se perdió entre la rotonda y ese hotel que alguna vez se llamó Chucumata.  Las dos canciones que reseñamos fueron vueltas a grabar en los años 90. La voz de Waldo Pardo y de Eduardo “Lalo” Espejo, nos conducen a ese territorio tan bien retratado en ambos temas.

Publicado en La Estrella de Iquique, el 14 de febrero de 2010.

Para saber más: www.nuestro.cl/chilecronico/cavancha1.htm